Heisenberg

Anoche volvió en EE.UU. una de las series más esperadas de la televisión. Estoy hablando de ‘Breaking Bad’, una de las mejores historias que hemos visto en los últimos años en televisión.

Escribo esto sin haber visto todavía el primer episodio de la nueva temporada de esta fantástica serie de la AMC, un canal que últimamente, gracias a ‘Mad Men’, ‘Rubicon’, ‘The Walking Dead’, ‘The Killing’ o la que está hoy en cuestión, se está convirtiendo en imprescindible.

Motivos para ver la serie sobran, como se puede comprobar aquí o aquí. Por eso, yo hoy solo quiero mencionar brevemente por qué me gusta tanto ‘Breaking Bad’, más allá de lo expuesto en los textos referidos, con los que estoy completamente de acuerdo.

Esa razón tiene un nombre: Heisenberg.

Heisenberg es la ‘evolución’ (o involución, según se mire) de Walter White (los colores juegan un papel fundamental en la serie), el anodino profesor de instituto que tras descubrir que sus días están contados por culpa de un cáncer de pulmón, decide arriesgarlo todo en una última jugada: convertirse en fabricante de metanfetamina, conocido en los bajos fondos por el nombre del físico alemán que enunció el principio de incertidumbre.

Heisenberg desmonta tres mitos de la cultura televisiva criminal. Para empezar, que el crimen nunca paga. En ‘Breaking Bad’ vemos que no es así, al contrario, paga a base de bien. Un buen profesor, inteligente, que se preocupa por sus alumnos, que intenta convertir la química en algo interesante; en definitiva, el profesor perfecto, comprueba que se encuentra solo y desamparado cuando necesita ayuda. Mientras que el criminal no tiene problemas para pagar las costosas facturas del tratamiento que puede alargar su vida y, además, todavía le sobra dinero que pueda ofrecer un futuro mejor a su familia cuando él no esté.

Heisenberg, por otra parte, desmonta el mito del criminal bueno. En el cine, en la televisión… Hemos visto muchas veces ese buen ladrón que, a pesar de cometer algunos pecados, es en el fondo una buena persona. No mata, apenas hiere y siempre tiene alguna justificación para sus crímenes. Pues bien, aquí queda claro algo de lo que siempre he estado convencido: todo criminal es una mala persona, o, mejor dicho, una persona sin escrúpulos. De lo contrario, acabará muerto o preso. Me encanta que, en ‘Breaking Bad’, un personaje tan bondadoso como Walter White se transforme en Heisenberg para sobrevivir, y que éste no dude en aplicar métodos expeditivos para asegurar su supervivencia, la de su compañero, su familia y su negocio. Nada de medias tintas, eso es cosa de beatos televisivos.

Heisenberg, por último, demuestra que, por muy inteligente que se sea, por muchas estrategias que se mediten, por mucho que intenten planificar sus golpes, no existe la ‘mente maestra’. Siempre habrá un cabo suelto, un golpe de buena o mala suerte, un último momento de duda que echará todo a perder… O al menos nos complicará bastante la vida.

Werner Karl Heisenberg formuló en 1927 el principio de incertidumbre, que viene a decir que es imposible conocer al mismo tiempo ciertas magnitudes como la posición y la velocidad de una partícula. Algo que, aplicado a la vida de Walter White, aplicado a nuestra propia vida, no puede tener más validez. Por mucho que planifiquemos y que gastemos minutos de nuestra vida buscando el modo perfecto de hacer las cosas, siempre habrá un dato que no conozcamos.

Siempre habrá algún elemento que se nos escape de las manos.

2 comentarios en “Heisenberg

  1. ¡Me la apunto! :))

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